Ella Fitzgerald y Bobby McFerrin:
dos íconos de la cultura jazzística


Ignacio Rosales Encina y Claudia Torres González

Introducción

Al inicio del acto creativo, el instrumento, inundado por la técnica, se rebela en la mano del artista debido a la insatisfacción que le deja su obra, la cual, en aras de una ortodoxia compartida indebidamente, se sumerge sin querer queriendo en los abismos del delirio y la locura. Gracias a ello, la singularidad de la creación artística se produce cuando el individuo asoma su mirada a un sendero iluminado, pero no recorrido, por el devenir existencial común.

En este sentido, es indudable que son muchos —aunque no suficientes— los que escuchan el llamado de lo insondable y lo indomable y deciden hacer de su vida una obra artística, sobre todo cuando no pretenden crear cualquier obra sino aquella que, a través de los sonidos, habrá de hollar caminos imprevistos y maravillosos. Así ocurrió en el caso de Ella y Bobby, dos de las grandes figuras de la síncopa, quienes trazaron senderos que muchos otros, acuciados por su ejemplo venerado, habrían de recorrer después, persiguiendo sus logros y, dentro de lo posible, siguiendo sus pasos.

Música: sonidos y silencios en el tiempo. Instrumento: forma y volumen en el espacio. Espacio y tiempo: compañeros de parranda, unidos en el arte. Voz y cuerpo: la música y el instrumento. Arte: creación, locura, síncopa e improvisación.

El jazz

Antes de que hubiera jazz, hubo blues1 y shouts,2 worksongs3 y spirituals,4 el rico tesoro de la música blanca y negra, que se cantaba en el sur de los Estados Unidos y que Marshall Stearns ha llamado el «jazz arcaico» En otras palabras, el jazz nació de la música vocal. Muchas cosas de la formación del sonido jazzístico se explican porque los ejecutantes de instrumentos de viento imitan con ellos a la voz humana. Lo anterior se nota especialmente en los sonidos del growl (gruñido) de trompetas y de trombones de la banda de Duke Ellington, por ejemplo; o en el clarinete bajo de Eric Dolphy. Por otro lado, el jazz es hoy una música tan predominantemente instrumental que sus normas se establecen, igual que sus criterios, a partir de los instrumentos, y lo mismo sucede con los patrones del canto en el jazz. El vocalista de jazz trata su voz como si fuera un instrumento; es decir, como una trompeta o un trombón o, sobre todo hoy, como si fuera un saxofón.

El jazz vocal aporta por sí solo una amplia panorámica dentro del extenso universo del jazz. No obstante, son los instrumentistas quienes lo han hecho crecer y evolucionar en los momentos decisivos, y cualquier análisis sobre las grandes voces del jazz no debe obviar esa realidad. Es muy difícil encontrar cantantes del género cuya esencia pertenezca por completo al jazz: Ella Fitzgerald y Bobby McFerrin son algunos ejemplos. La gran mayoría de ellos son cantantes populares que, musicalmente hablando, también cantan jazz5 y lo hacen muy bien.


Ella Fitzgerald (1917-1996)

Ella Fitzgerald nació el 25 de abril de 1917 en Newport New, Virginia, y comenzó su andanza musical el 21 de noviembre de 1934. Animada por su madre, se presentó a concursar como bailarina en el célebre concurso Amateur Night Show que semanalmente organizaba el Theatre Apollo de Harlem. Cuando le tocó salir a escena, paralizada por el miedo, optó por ponerse a cantar. Todos los presentes quedaron entusiasmados por esa joven de 16 años que cantaba con naturalidad, frescura, y además con un sentido del ritmo envidiable. Su actuación fue un auténtico triunfo, se llevó el primer premio y tuvo la suerte de que entre los presentes aquella noche en el Apollo, estaba el arreglista y saxofonista alto, Benny Carter6.

Impresionado por aquella niña, Carter intentó convencer primero a Benny Goodman, y luego a Fletcher Henderson, para que la contrataran en su orquesta. Por fin, es el «jorobado» Chick Web quien se decide a contratarla. A partir de ahí, Ella Fitzgerald, se convirtió en la cantante habitual de la gran orquesta de Chick Web. A la muerte de aquél, Ella Fitzgerald decidió quedarse en la orquesta y a partir de entonces, aquella big band, se denominó, «La gran orquesta de Ella Fitzgerald». En 1942, cansada del trabajo que suponía dirigir la orquesta y cantar diariamente, disolvió la organización7.

Con el sobrenombre de «La primera dama de la canción», fue Ella Fitzgerald la cantante de jazz más popular en los Estados Unidos durante más de medio siglo. En su vida, ganó 13 premios Grammy y vendió más de 40 millones de discos.

Su voz tenía características muy singulares: era flexible, amplia, precisa y sin edad. Ella podía cantar baladas sensuales, dulces, standars de jazz e imitar todos los instrumentos en una orquesta. Trabajó con todos los grandes del jazz, desde Duke Ellington, Count Basie y Nat King Cole, hasta Frank Sinatra, Dizzy Gillespie y Benny Goodman. (O mejor dicho, algunos podrían decir que todos los grandes del jazz tuvieron el placer de trabajar con Ella).8

Sus encuentros con músicos de jazz dieron lugar a discos y grabaciones memorables. Las colaboraciones de Ella Fitzgerald con las orquestas de Duke Ellington o la de Count Basie, los tres discos que grabó con Louis Armstrong, o sus álbumes con Oscar Peterson, Tommy Flanagan o Jimmy Rowles. Las que realizó acompañada por su trío habitual son autenticas obras de arte. Pero, sin lugar a dudas, el legado musical de Ella Fitzgerald está contenido en los discos titulados genéricamente como Song Books.

Los Song Books de Ella Fitzgerald fueron grabados a lo largo de ocho fructíferos años. Los libros de música fueron dedicados a: Cole Porter (1956); Rodgers & Hart (1956); Duke Ellington (1957); Irving Berlin (1958); los hermanos Gershwin (1959); Harold Arlen (1961); Jerome Kern (1963) y Johnny Mercer (1964).9 

Ella Fitzgerald se casó dos veces. Su segundo marido fue el famoso bajista Ray Brown, con quién tuvo a Ray Brown Jr, también músico de jazz. En la década de los 70, comenzó a tener graves problemas con la vista y en los 80 se agregó una falla en el corazón. Sin embargo, continuó trabajando hasta principios de los 90. En el año 1993 la diabetes le afectó terriblemente las piernas, y en 1996, abrumada por las enfermedades, murió. Actualmente, Ella vive gratamente en el recuerdo de quienes la admiran, sabiendo que ha dejado un legado musical insuperable y que se puede disfrutar a lo largo de toda su producción.

«La primera dama de la canción» se convirtió en estrella del jazz y directora de banda casi de la noche a la mañana. La colección The Chronical contiene sus frescas y relajadas interpretaciones de los primeros años, que abarcan desde que tenía 16 años hasta que inició su carrera de solista a los 23. Su producción durante esos años fue muy variada: una mezcla de jazz inventivo y canciones cómicas de sonido más anticuado.

Ella Fitzgerald visitó España varias veces. La última de ellas fue en el verano de 1983, durante los festivales de jazz de Vitoria y de Palma de Mallorca respectivamente, y de nuevo, acompañada por su trío, con el guitarrista Joe Pass de invitado, ofreció un repertorio cuidadosamente escogido y manejado con la pericia de una cantante de sesenta y seis años de edad.10

En toda la historia del jazz, no ha existido una vocalista femenina que haya podido exhibir una «hoja de servicios» como la de Ella Fitzgerald. Cantante insuperable de big band, que se encuentra igualmente a sus anchas en un contexto musical más reducido, en directo o en pequeños clubes, en trío con el clásico formato de piano, contrabajo y batería y, ser además la mejor intérprete de standars, baladas, blues, canciones infantiles o incluso de bossa-nova.11

Todos esos momentos mágicos constituyen un monumento artístico del jazz vocal y forman parte del legado musical de una de sus más grandes cantantes, que sin duda ha dado la historia.

El propio Duke Ellington, en su majestuoso Portrait of Ella Fitzgerald, retrato musical de la cantante, tituló uno de ellos con unas palabras que definen perfectamente el arte de esta mujer excepcional: «Ella Fitzgerald está más allá de cualquier categoría».12

Fitzgerald fue la voz figura del jazz durante medio siglo de su historia, y los analistas dados a la grandilocuencia la llamaron siempre Primera Dama con bastante fundamento. Al margen de las preferencias personales resultaba imposible sumergirse en la música de este periodo sin quedar seducido por la refrescante garganta de Ella Fitzgerald, que como escribe Frank Ténot, se ocupó de todo el repertorio de la canción americana. A Tisket A Tasket era la canción estelar de un disco que acompañó muchas emociones.

El amplio registro de su voz era asombroso, pero cautivaba sobre todo la caricia excitadora de su timbre, el calor inefable de su modo de contar las frases, la delicadeza imposible de su «scat». Tuvo los mejores compañeros: Oscar Peterson, Louis Armstrong, Tommy Flannagan, Duke Ellington, Count Basie, Joe Pass, y su padrino fue desde casi siempre Norman Granz, un hombre que se quedó en una época pero hizo de ella un edificio muy bien cimentado. Con Ella el artificio improvisado parecía tan natural como la cosa escrita, porque lo que cuidada era el toque, porque mimaba los versos y nos los entregaba en papel de regalo13

Los compositores estadounidenses de todas las cataduras han sido visitados por la cantante, y sus versiones eran siempre las ejemplares, tanto si se trataba de Gershwin o Cole Porter, como si Rodgers y Hart, o Kern fueran los afectados.

Esta gran mujer llevaba mucho tiempo preparándose para morir, quizás porque su época había terminado. Y también un poco la nuestra porque puede que nunca se presente otra «ella» como Ella.14

Marilyn Monroe también fue una gran admiradora de Fitzgerald. Cuando estaba filmando su primera comedia musical, There's No Business Like Show Business, su manager le trajo una gran cantidad de discos de Fitzgerald y le recomendó escucharlos constantemente. Marilyn se enamoró de su voz y su inspiración la ayudó a lograr una buena actuación en el film. Por otra parte, Fitzgerald cantó para varias películas, y sus apariciones en televisión incluyen dos especiales de Frank Sinatra, dos shows para la BBC inglesa y una presentación en el exitoso Show de Carol Burnett.15

Ganó muchísimos premios: trece Grammys en total, es decir, más que cualquier otra cantante de jazz y más que cualquier cantante femenina en la historia de los Grammys. Era tímida y muy insegura para hablar, y por esa razón dejaba que las canciones hablaran por ella. Les daba una vida que superaba la suya. «No quiero decir algo incorrecto como hago generalmente, creo que lo hago mejor cuando canto», decía.16

En septiembre de 1986, Ella se sometió a cirugía de bypass coronario quíntuple. Los médicos también reemplazaron una válvula en su corazón y le diagnosticaron diabetes, que fue la causa de su mala vista. La prensa publicó rumores de que ella nunca sería capaz de cantar de nuevo, pero Ella demostró que estaban equivocados. A pesar de las protestas de sus familiares y amigos, entre ellos Norman Granz, Ella volvió a los escenarios y siguió adelante con un programa exhaustivo.

En la década de 1990, Ella había registrado más de 200 álbumes. En 1991, ella dio su concierto final en el salón de más renombre de Nueva York: El Carnegie. Hall. A los 76 años de edad, debido a los efectos de su diabetes, empeoró. Ella experimentó graves problemas circulatorios y se vio obligada a tener sus dos piernas amputadas debajo de las rodillas. Nunca se recuperó de la cirugía, Ella disfrutaba sentada en el patio de su casa, y solía pasar tiempo con Ray, Jr. y su nieta Alice. Decía: «Sólo quiero oler el aire, escuchar a los pájaros y oír reír a Alice».

Ella Fitzgerald, finalmente murió el 15 de junio de 1996 en su casa de Beverly Hills. Horas más tarde, en el mundo comenzaron a aparecer dedicatorias y programas especiales. Una corona de flores blancas se colocó junto a su estrella en el Hollywood Walk of Fame y una carpa en el exterior del teatro Hollywood Bowl decía: «Ella, te echamos de menos». Después de una misa privada el tráfico en la autopista se detuvo para dejar pasar su cortejo fúnebre. Fue enterrada en el Santuario de las Campanas de la Puesta de Sol en el Mausoleo de la Misión en Inglewood, California. Su muerte, a pesar de ser esperada debido a su larga enfermedad, dejó al mundo del jazz paralizado y conmovido.17 Con su desaparición física se iba una cantante de jazz inigualable. Nadie podrá superar a Ella Fitzgerald en un escenario, ni habrá nunca una cantante de jazz que cante el «scat» como ella. Su música, su voz aniñada, su vitalidad, y su capacidad para cantar swing permanecerán eternamente en el mundo del jazz.18


Bobby McFerrin (1950)

Robert McFerrin nació en Manhattan, Nueva York, el 11 de marzo de 1950.  Hijo de un cantante de ópera, empezó su carrera siendo pianista y recibió la influencia de Jon Hendricks,19 Ornette Coleman,20 Herbie Hancock,21 y sobre todo de Keith Jarrett.22 Normalmente, McFerrin s ofrece conciertos como solista sin acompañamiento, durante horas entera: en el canto a capella, su riqueza de expresión se manifiesta de una manera perfecta: llevando el compás con las manos sobre el pecho y ejecutando con la voz cambios de tesitura tan rápidos que da la impresión de polifonía. Se llega a creer  que todo suena a la vez: profundas líneas del bajo, altísimos cantos de flauta dulce, voces de acompañamiento, el rítmico silbido de los patrones de un contratiempo, figura de guitarra, timbres con efecto de instrumento de viento; todo ello enriquecido por un panorama de sonidos para los que habría de inventarse un nuevo vocabulario, por lo nuevos y originales que resultan.

En Bobby McFerrin todo el cuerpo se convierte en orquesta: «otros necesitan guiar sus sensaciones y sentimientos mediante un instrumento –dice- pero el cantante sólo necesita abrir la boca».23 McFerrin alcanza esa sorprendente complejidad debido, y no en el último término, a que no sólo canta (como lo hacen los vocalistas comunes) al expirar, sino también al inspirar, y así vence la desventaja de las perturbadoras pausas (al tomar aire), técnica de la que fue el primer cantante de jazz en aplicarla con toda congruencia.

Los exigentes seguidores del jazz tomaron a mal la popularidad que obtuvo McFerrin con «Don’t Worry, Be Happy», pero para el cantante constituyó el mayor éxito de su carrera al encabezar por semanas enteras, mediante la exclusiva fuerza de una sola voz (con lo que cantaba todas las partes en el playback), los desfiles internacionales de éxitos en los cuales suelen dominar los sintetizadores, las computadoras y otros aparatos electrónicos creadores de efectos.24 A las criticas, McFerrin contestó: «Yo soy mi propio walkman».25

Es sorprendente que el desarrollo del moderno canto masculino dentro del jazz vaya ligado a un continuo aumento en el empleo de la voz como instrumento a la vez que la letra claramente pasa a un segundo término. Los vocalistas de bebop todavía orientaban su canto a los alientos, sobre todo los saxofonistas y trompetistas, a los que imitaban no pocas veces. En cambio Bobby McFerrin se abre a las voces y timbres de toda la dotación instrumental: contrabajo, flauta, percusiones, guitarra, saxofón, batería, etc.

Por otro lado, si bien las canciones de Eddie Jefferson26 y Jon Hendricks poseen un carácter instrumental –como «reproducciones» cantadas de famosos solos de jazz— siguen sonando en íntima conjunción con textos. En cambio, para Bobby McFerrin, lo instrumental se halla en primer plano (fuera de su canto pop) donde la letra apenas tiene importancia.

Bobby McFerrin, en la actualidad continúa en estado de gracia y alterna sus grabaciones en estudio con actuaciones en pequeños clubes donde se explaya con absoluta maestría.


Conclusiones

El impulso natural de abrir la boca para «decir» algo, y no sólo para llenar el espacio con sonoridades insulsas, se convierte en un verdadero arte en las gargantas de Ella Fitzgerald y de Bobby McFerrin, verdaderos representantes del jazz a nivel mundial. Su permanencia durante mucho tiempo en los lugares privilegiados de la difusión y venta de discos de jazz les ha permitido el reconocimiento público internacional, producto de sus grandes capacidades creativas e interpretativas.

Es bien sabido que el jazz como género contiene un número elevado de subgéneros y estilos que han hecho de él un lugar de encuentro para muchos, donde la riqueza de elementos que contiene es tan grande y multiforme que cualquiera encontrará allí lo que busca. A través de su historia el jazz ha sido alimentado y retroalimentado no sólo por las propias raíces musicales de los afroamericanos sino por las músicas de todo el mundo; de ahí las grandes posibilidades sonoras y estilísticas con su actual complejidad. A pesar de ello el impulso creativo y la profunda sensibilidad de Ella y Bobby han permanecido y destacado de manera evidente haciéndolos encabezar, a cada uno en su momento, las innumerables listas de sus compañeros jazzistas.

Por otro lado, es un privilegio para nosotros el haber tenido la oportunidad de escuchar algunas de sus grandes creaciones y de apreciar desde nuestros ámbitos académicos y personales el gran esfuerzo que implica no solo el estar en la cima de las preferencias de una disciplina artística como el jazz, sino el de la permanencia. Su obra musical está a nuestro alcance. Habrá que analizarse concienzudamente y rescatar para nuestro beneficio las grandes posibilidades que nos dan con su ejemplo.

Continúa en armonía, Bobby McFerrin. Descansa en armonía, Ella Fitzgerald.

Notas:

1. El blues (cuyo significado es melancolía o tristeza) es un género musical vocal e instrumental, basado en la utilización de notas de blues y de un patrón repetitivo, que suele seguir una estructura de doce compases. Originario de las comunidades afroamericanas de Estados Unidos.

2. Un fuerte grito, especialmente para transmitir una emoción.

3. Una canción estrechamente relacionada con una forma específica de trabajo.

4. Es un tipo de canto religioso que surge a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, en los Estados Unidos.

5. Berendt, J. E., Huesmann, G., & Reuter, J., El jazz: de nueva Orleans a los años ochenta, Fondo de Cultura Económica México 2002.

6. Nicholson, S., Ella Fitzgerald: A biography of the first lady of jazz, C. Scribner's Sons, New York 1994.

7. Ibid, p. 12.

8. Stone, Tanya, Ella Fitzgerald. Puffin, 2009.

9. Ibid, p. 66.

10. Kliment, B., & Huggins, N. I., Ella Fitzgerald, Chelsea House Publishers, New York, 1988.

11. Ibid, p. 232.

12. Ibid, p. 250

13. Ibid, p. 258.

14. Ibid, p. 278.

15. Ibid, p. 341.

16. Krohn, K. E. Ella Fitzgerald: First lady of song, Lerner Publications Co., Minneapolis 2001.

17. Schoeneberger, M., Ella Fitzgerald: First lady of jazz, Capstone Press, Mankato 2005.

18. Ibid, p. 145.

19. Jon Hendricks (nacido en Newark, Ohio, el 16 de septiembre de 1921) es un cantante y letrista de música jazz. Es uno de los creadores vocales del género, que añade letras a canciones instrumentales existentes y reemplaza muchos instrumentos por vocalistas.

20. Ornette Coleman (9 de marzo de 1930), saxofonista, trompetista, violinista y compositor estadounidense de jazz. Figura fundacional de la vanguardia jazzística con un cuarteto en el que estaba Don Cherry. Sus innovaciones en el ámbito del free jazz han sido tan revolucionarias como controvertidas.

21. Herbert Jeffrey Hancock (Chicago, 12 de abril de 1940), conocido como Herbie Hancock, es un pianista, teclista y compositor estadounidense de jazz.

22. Keith Jarrett (Allentown, Pennsylvania, Estados Unidos, 8 de mayo de 1945), pianista y músico de jazz estadounidense.

23. Ibid, p. 657.

24. Danneman, A.,. Jazz entre amigos para nuestros amigos: Habrá algunos cambios. S.l.: Productos Especiales CBS, 1983.

25. Ibid, p. 232.

26. Eddie Jefferson (3 agosto 1918 - 9 mayo 1979) fue un célebre vocalista de jazz y letrista.